Publicado por adminibias en noviembre 9, 2022  |Comments 0 comentarios

¡Buenos días! A  continuación podréis leer el relato ganador del concurso de relatos de Halloween celebrado el pasado 28 de octubre, escrito por Samuel Álvarez Ríos, compañero de 4º de ESO.

 

El mejor disfraz de la fiesta

Ya eran las 0:00 y estaba todo preparado para la fiesta, todos mis amigos estaban ya en la mansión abandonada y yo no iba a faltar. Había mucha gente con muy buenos disfraces, algunos daban realmente miedo, en cambio, otros daban más risa que miedo. Mis amigos y yo íbamos con disfraces parecidos, todos éramos zombis, nos lo estábamos pasando genial. Llegó la hora del concurso de disfraces cuando de la nada, una especie de niebla apareció por debajo de las grandes puertas de mansión, justo al instante, entró una persona que nadie conocía y que venía con un disfraz muy real. Tenía un hacha clavada en la cabeza, heridas por todo el cuerpo, quemaduras y un olor muy desagradable. Después de la inesperada aparición de ese hombre mis amigos y yo decidimos presentarnos al concurso, aunque con muy pocas esperanzas ya que el hombre que había llegado antes tenía todas las de ganar. Y así fue, finalmente ganó ese hombre desconocido, no dijo nada, ni siquiera recogió el premio, se quedó en una esquina de la mansión mirando fijamente a las personas q había aún por allí. Mis amigos y yo decidimos ir a hablar con él, pero cuando le preguntábamos algo no respondía, empezamos a tener miedo, de repente le empezó a salir sangre de la cabeza, pero él seguía sin moverse, al principio pensábamos que era parte del disfraz para que fuera más creíble, pero cuando se sacó el hacha de la cabeza y se la clavó a uno de mis amigos en el hombro…

Solo quedo yo y estoy escondido en una habitación secreta que hay detrás de una estantería, miré por un pequeño hueco que había en la pared y vi como ese monstruo degollaba a la última persona que seguía con vida. Intenté pedir ayuda, pero solo encontré un espejo. Cuando me miré en él, vi el rostro del psicópata que acabó con la vida de todos mis amigos, salí de la habitación, arranqué el hacha que estaba clavada en el hombro de uno de ellos y la devolví a su lugar. A nadie le queda mejor que a mí.

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