Publicado por connioibias en mayo 11, 2010 | 0 comentarios
Ibias le da a la lengua
Cientos de alumnos de los colegios de toda la comarca participan en la jornada inaugural de la fiesta sobre los idiomas en el colegio Aurelio Menéndez
PEPE RODRÍGUEZ San Antolín de Ibias,
El colegio público Aurelio Menéndez, de San Antolín de Ibias, ha inaugurado su I Fiesta de las Lenguas. Organizada por los propios miembros del centro, cuenta con la colaboración del Centre d’Animation en Langues de Bélgica, entidad que ideó, inició y lleva a cabo este tipo de celebración desde hace mucho tiempo en dicho país.
Ibias evoca su identidad
ancestral
El colegio «Aurelio Menéndez» presenta un libro escrito por ocho mujeres del concejo sobre tradiciones, costumbres y el papel femenino en el mundo rural
San Antolín de Ibias,
Pepe RODRÍGUEZ
Ocho mujeres del concejo de Ibias han sumado su experiencia, sus recuerdos y su escritura para dar forma a un libro, «Tecendo as acordanzas de Ibias», que recopila usos, costumbres, tradiciones y otros aspectos que contribuyen a definir la forma de vida en el municipio. El libro se presentó en el colegio «Aurelio Menéndez», de San Antolín de Ibias, como parte de los actos de la I Fiesta de las Lenguas
La historia de esta publicación comenzó cuando las autoras se inscribieron en una actividad extraescolar de fomento de la lectura. Poco a poco, sus encuentros fueron derivando en un repaso a las labores del campo a lo largo de las estaciones. María Macías Martínez, profesora del colegio y responsable de la actividad, quedó asombrada de la riqueza cultural que se desprendía de aquellas charlas. Y comenzó a convencer a las ocho mujeres para escribir un trabajo al respecto. Luego el encargo creció y terminó por adoptar forma de libro.
«Tecendo as acordanzas de Ibias» representa la recuperación de la matanza, del ir a la hierba… de una serie de labores tradicionales que se desarrollan en el campo. Pero no sólo se evoca la actividad; también se cuentan su carácter estacional o sus cambios a lo largo del año y se subraya el papel femenino en ese mundo ancestral, en tanto las mujeres han sido las que han tejido la sociedad de los pueblos, como expresa el título de la publicación.
La vida en las casas de labranza era dura para todos y las autoras no pretenden negarlo ni tampoco hablar sólo de lo que les tocaba a ellas, aunque no hay duda de que eran las mujeres las que peor lo pasaban, pues al esfuerzo compartido con los hombres en el campo se sumaban las labores domésticas, en las que nadie les echaba una mano.
La autoras, al repasar esa situación, acaban exigiendo a la Administración: «tienen que traer módulos educativos a centros tan grandes como este, tan bien cuidados. Si quieren gente en los pueblos, han de olvidarse de ahorrar en educación, que ahorren en consejeros». Y recuerdan una de las grandes verdades del despoblamiento, la desiguladad. «En nuestra generación todas las madres nos decían que estudiásemos, que no nos casásemos y fuéramos a vivir a una casa de labranza porque era durísimo».
Al acto de presentación del libro acudió la directora del Instituto Asturiano de la Mujer, María Fernández Campomanes.
La historia de esta publicación comenzó cuando las autoras se inscribieron en una actividad extraescolar de fomento de la lectura. Poco a poco, sus encuentros fueron derivando en un repaso a las labores del campo a lo largo de las estaciones. María Macías Martínez, profesora del colegio y responsable de la actividad, quedó asombrada de la riqueza cultural que se desprendía de aquellas charlas. Y comenzó a convencer a las ocho mujeres para escribir un trabajo al respecto. Luego el encargo creció y terminó por adoptar forma de libro.
«Tecendo as acordanzas de Ibias» representa la recuperación de la matanza, del ir a la hierba… de una serie de labores tradicionales que se desarrollan en el campo. Pero no sólo se evoca la actividad; también se cuentan su carácter estacional o sus cambios a lo largo del año y se subraya el papel femenino en ese mundo ancestral, en tanto las mujeres han sido las que han tejido la sociedad de los pueblos, como expresa el título de la publicación.
La vida en las casas de labranza era dura para todos y las autoras no pretenden negarlo ni tampoco hablar sólo de lo que les tocaba a ellas, aunque no hay duda de que eran las mujeres las que peor lo pasaban, pues al esfuerzo compartido con los hombres en el campo se sumaban las labores domésticas, en las que nadie les echaba una mano.
La autoras, al repasar esa situación, acaban exigiendo a la Administración: «tienen que traer módulos educativos a centros tan grandes como este, tan bien cuidados. Si quieren gente en los pueblos, han de olvidarse de ahorrar en educación, que ahorren en consejeros». Y recuerdan una de las grandes verdades del despoblamiento, la desiguladad. «En nuestra generación todas las madres nos decían que estudiásemos, que no nos casásemos y fuéramos a vivir a una casa de labranza porque era durísimo».
Al acto de presentación del libro acudió la directora del Instituto Asturiano de la Mujer, María Fernández Campomanes.